Dice una coplilla popular que "para no morir ahorcado, el mayor ladrón de España se vistió de colorado" en clara alusión al duque de Lerma ya que consiguió el capelo cardenalicio momentos antes de su caída, evitando así todo tipo de procesos que le hubieran condenado, sin lugar a dudas. Y es que el duque de Lerma puede ser considerado como el paradigma de la corrupción en España, cosechando todo tipo de honores y prebendas gracias a su posición privilegiada como valido del rey Felipe III. Don Francisco era miembro de una noble familia; sus padres eran don Francisco de Sandoval, marqués de Denia, y doña Isabel de Borja, hija del duque de Gandía. Fue educado en la corte madrileña por su tío don Cristóbal de Rojas Sandoval, arzobispo de Sevilla, quien consiguió introducir al joven Francisco como menino del príncipe don Carlos. A los 22 años muere su padre y queda como cabeza de su linaje, aunque las deudas eran mayores que las rentas percibidas. Lerma pelea por restaurar la potencia económica de su casa y cinco años después consigue el cargo de gentilhombre de cámara del rey, primer escalón de su ascenso político. En 1592 pasa a ocupar el mismo cargo en la casa del príncipe Felipe, con el que establece una relación muy especial, ganándose la confianza del joven gracias a los continuos regalos. Resultaba esta política equivocada para sus intereses económicos, pero podemos decir que fue una excelente inversión a largo plazo, de la que obtuvo cuantiosos beneficios.
Sebastián de Moura, consejero real, vio con temor la dependencia del joven príncipe respecto a don Francisco, por lo que recomendó a Felipe II que nombrara a Lerma virrey de Valencia, con el fin de alejarle de la corte. Dos años más tarde regresaba a Madrid por expreso deseo del joven Felipe quien facilitó a su amigo el nombramiento de caballerizo mayor en 1598, el mismo año que Felipe II fallecía y Felipe III accedía a la corona. Este momento supone el inicio de la vertiginosa carrera de don Francisco. Inmediatamente ocupó los cargos de caballerizo mayor y sumillers de corps, convirtiéndose en la sombra del rey y limitando el acceso de otros personajes a él. Su primera decisión fue sustituir a la mayoría del aparato administrativo del reinado anterior, creando un equipo de colaboradores de su máxima confianza en los que incluyó a numerosos miembros de su familia. Los puestos más importantes cayeron en manos de su círculo de familiares y amigos, estableciendo una red de patronos y clientes encabezada por don Rodrigo Calderón.
En 1599 recibió el título de duque de Lerma, hasta ahora sólo ostentaba el marquesado de Denia, convirtiéndose en Grande de España. Pero su mayor triunfo consistió en el traslado temporal de la corte a Valladolid (1601-1606) con el fin de alejar al rey de la negativa influencia de su tía María, retirada al convento de las Descalzas Reales de Madrid. Esta operación de cambio de la corte supuso importantes beneficios económicos para el valido. Lerma ampliaba su poder consiguiendo del rey todo tipo de rentas, favores, mercedes y oficios, hasta el punto de tener en su poder el sello real. Felipe III era un mero pelele en manos de su valido que se ocupaba de organizar la vida del monarca para contentarle: viajes a diversas partes del reino, cacerías, comidas, etc.
Toda las decisiones políticas que se tomaron entre 1599 y 1618 contaron con el visto bueno de Lerma, especialmente las relacionadas con la firma de la tregua con los Países Bajos de 1609 y la expulsión de los moriscos de ese mismo año, dos de los episodios más importantes de su privanza.
Lentamente empezaron a surgir voces opositoras, especialmente alrededor de la reina Margarita, iniciándose una serie de investigaciones que desentrañaron el complejo entramado de corrupción existente. Franqueza y Ramírez de Prado fueron las primeras víctimas de las incipientes persecuciones iniciadas por el visitador Fernando Carrillo. La siguiente caída fue don Rodrigo Calderón, la mano derecha de Lerma. A partir de 1612 aumentan las voces de oposición al régimen, encabezada por los militares llegados de Flandes debido a la paz y apoyadas por el duque de Uceda, el confesor real Aliaga o Zúñiga. La presión ejercida por este nuevo grupo, al tiempo que Lerma tenía cada vez más dificultades para colocar en los puestos principales a gente de su confianza, motivará que don Francisco solicite el capelo cardenalicio a Roma con el objetivo de salvarse de una más que evidente persecución política y judicial. En 1618 consigue el cardenalato y Felipe III otorga el necesario permiso para que Lerma se retire a sus propiedades. Los procesos que se iniciaron contra él y su régimen no le afectaron directamente aunque sí vio como Calderón era ejecutado en la Plaza Mayor de Madrid. Retirado de la vida pública, el anteriormente todopoderoso duque de Lerma fallecía en 1625.
Sebastián de Moura, consejero real, vio con temor la dependencia del joven príncipe respecto a don Francisco, por lo que recomendó a Felipe II que nombrara a Lerma virrey de Valencia, con el fin de alejarle de la corte. Dos años más tarde regresaba a Madrid por expreso deseo del joven Felipe quien facilitó a su amigo el nombramiento de caballerizo mayor en 1598, el mismo año que Felipe II fallecía y Felipe III accedía a la corona. Este momento supone el inicio de la vertiginosa carrera de don Francisco. Inmediatamente ocupó los cargos de caballerizo mayor y sumillers de corps, convirtiéndose en la sombra del rey y limitando el acceso de otros personajes a él. Su primera decisión fue sustituir a la mayoría del aparato administrativo del reinado anterior, creando un equipo de colaboradores de su máxima confianza en los que incluyó a numerosos miembros de su familia. Los puestos más importantes cayeron en manos de su círculo de familiares y amigos, estableciendo una red de patronos y clientes encabezada por don Rodrigo Calderón.
En 1599 recibió el título de duque de Lerma, hasta ahora sólo ostentaba el marquesado de Denia, convirtiéndose en Grande de España. Pero su mayor triunfo consistió en el traslado temporal de la corte a Valladolid (1601-1606) con el fin de alejar al rey de la negativa influencia de su tía María, retirada al convento de las Descalzas Reales de Madrid. Esta operación de cambio de la corte supuso importantes beneficios económicos para el valido. Lerma ampliaba su poder consiguiendo del rey todo tipo de rentas, favores, mercedes y oficios, hasta el punto de tener en su poder el sello real. Felipe III era un mero pelele en manos de su valido que se ocupaba de organizar la vida del monarca para contentarle: viajes a diversas partes del reino, cacerías, comidas, etc.
Toda las decisiones políticas que se tomaron entre 1599 y 1618 contaron con el visto bueno de Lerma, especialmente las relacionadas con la firma de la tregua con los Países Bajos de 1609 y la expulsión de los moriscos de ese mismo año, dos de los episodios más importantes de su privanza.
Lentamente empezaron a surgir voces opositoras, especialmente alrededor de la reina Margarita, iniciándose una serie de investigaciones que desentrañaron el complejo entramado de corrupción existente. Franqueza y Ramírez de Prado fueron las primeras víctimas de las incipientes persecuciones iniciadas por el visitador Fernando Carrillo. La siguiente caída fue don Rodrigo Calderón, la mano derecha de Lerma. A partir de 1612 aumentan las voces de oposición al régimen, encabezada por los militares llegados de Flandes debido a la paz y apoyadas por el duque de Uceda, el confesor real Aliaga o Zúñiga. La presión ejercida por este nuevo grupo, al tiempo que Lerma tenía cada vez más dificultades para colocar en los puestos principales a gente de su confianza, motivará que don Francisco solicite el capelo cardenalicio a Roma con el objetivo de salvarse de una más que evidente persecución política y judicial. En 1618 consigue el cardenalato y Felipe III otorga el necesario permiso para que Lerma se retire a sus propiedades. Los procesos que se iniciaron contra él y su régimen no le afectaron directamente aunque sí vio como Calderón era ejecutado en la Plaza Mayor de Madrid. Retirado de la vida pública, el anteriormente todopoderoso duque de Lerma fallecía en 1625.
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